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Por: José L. Fierro


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La Sagrada Escritura es una lámpara que ilumina nuestro caminar a la Casa del Padre, Salmo 119,105. Pero mal utilizada, nos puede llevar a daños físicos y morales y hasta a la perdición eterna. El mismo Demonio se valió de esta técnica para inútilmente hacer caer a Jesús.

 

    El profeta Amos anunció (8,11) “ Que llegaría el día en que Dios mandaría hambre sobre la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la Palabra de Yahvé”. Como esta hambre de escuchar la Palabra de Dios es inherente a la naturaleza del hombre, que desea conocer a su Creador, debemos en esta búsqueda estar apercibidos de que infinidad de doctrinas erróneas inventadas por el hombre han tratado de basarlas, sus creadores, en la Biblia mal interpretada. Ya el apóstol Pedro lo advertía en 2 Pedro 3,16, que habría quien torcería su enseñanza para su propia perdición. 

 

   Alguien dijo: “ de la Biblia mal interpretada, se puede sacar hasta petróleo “

 

   José Smith fundador de los mormones, basándose en el mandato divino de Gen. 1,22 y 35, 11 “ crezcan, multiplíquense … aprobó la poligamia.

   José F. Rutherford, 2° líder mundial de los Testigos de Jehová apoyó la conocida negativa de los Testigos de Jehová de aceptar transfusiones de sangre, que tantas muertes ha causado entre ellos, en el texto de Hech. 15,20 cuando la Iglesia Primitiva proclamó un mandato transitorio y circunstancial de abstenerse de sangre.        

 

    Los líderes de los Adventistas del 7° Día, utilizando Ex.20,8 “ recuerda el día sábado para santificarlo “ obligan a sus adeptos a guardarlo como los judíos del A. Testamento y rechazan el Domingo “ Dia del Señor “ propio de los cristianos.

 

   Los cristianos fundamentalistas: Iglesia de la fe en Cristo Jesús y otras de la misma línea doctrinal, leyendo Hech. 8,16 “…únicamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús” Dicen que los cristianos se deben bautizar sólo en el nombre de Jesús y no en el de las Tres Personas de la Sma. Trinidad, aunque esto último, es mandato expreso de Cristo Mat. 28,19.

 

   La gran cantidad de Iglesias cristianas evangélicas citando Rom.3,28 “concluímos que el hombre es justificado por fe, sin las obras de la Ley" , proclaman que la justificación (salvación), se obtiene solo por la fe sin obras, en oposición a lo que dice Santiago 2,26.

 

   En los Pentecostales y Asambleas de Dios, se han suscitado casos de personas, principalmente niños, muertos por que sus padres no recurren al médico para atender sus padecimientos, ya que creen, según Lc.8,48, que todo se cura sólo por fe y oraciones. En cambio los judíos, el pueblo de la Biblia, sí recurría a los médicos Eclo. Cap.39. Entre los apóstoles hubo un médico eminente: S. Lucas, Col. 4,14.

 

   En San Luis Potosí, en una comunidad de personas de este tipo de doctrina, algunas de ellas cayeron muertas al inhalar gas butano. El Pastor les decía, que era la acción del Espiritu Santo (Heraldo de Chih. 1° de Enero de 1992).

 

   Los seguidores de la orinoterapia (beber su propia orina), justifican esta práctica en el texto de Prov. 5,15 "¡toma el agua de tu propia fuente…!"

 

   Las prácticas más descabelladas pueden tener apoyo en la Biblia mal interpretada, citar éstas, sería interminable. Para evitar ser víctimas de estos y otros daños tan terribles, vayamos a la Sagrada Escritura siempre atendiendo la interpretación del Magisterio de la Iglesia Católica a quien Jesús le dio este ministerio Luc. 10,16 y no quienes la proclaman al margen de éste.


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Por: Dr. Jorge Arturo Rodríguez Reyna


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En ciertas ocasiones he tenido la oportunidad de dialogar con hermanos y amigos evangélicos sobre diversos temas. Uno de esos temas, como seguramente se podrá suponer, es el tema de María y los santos, y como también es conocido ellos siempre han basado su ataque en descalificar la explicación que nosotros les damos al respecto.

 

Cuando ellos me han dicho que nosotros “adoramos” a María y a los santos, de una y mil formas he intentado hacerles comprender que lo que nosotros les brindamos es “veneración”, mas no “adoración”. Les explico que venerar es un grado máximo de respeto que se brinda a alguien por lo que ha sido, por sus actos, por sus ideas, por su conducta en general. Y precisamente eso es lo que nos hace venerar a nuestra Madre y a los santos del Señor, pues son personas ejemplares que nos sirven de modelo a seguir en nuestra vida cristiana. Por eso es que los veneramos o diciéndolo de otra forma: los respetamos en grado sumo.

 

Y para que no nos queden dudas al respecto, y confirmemos de una buena vez que andamos en lo correcto, recurramos al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la cual define los términos referidos, de la siguiente manera:

 

Veneración. (Del lat. veneratĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de venerar.

 

Venerar. (Del lat. venerāri). tr. Respetar en sumo grado a alguien por su santidad, dignidad o grandes virtudes, o a algo por lo que representa o recuerda.

Así que con toda claridad se desprende de lo anterior que el hecho de “venerar” a alguien no tiene relación con la “adoración”, como nos quieren forzar a aceptar los amigos evangélicos, quienes parecieran no querer darse el trabajo de revisar el diccionario, cada vez que se los he intentado explicar de esta manera.

 

Por otra parte, ellos podrían argumentar que estas definiciones “no están en la Biblia” – alguno podrá decir incluso que el Diccionario de la Lengua Española la dirige el Vaticano o sostener otra ilusa teoría conspirativa tipo Dan Brown –, muletilla que repiten hasta la saciedad cuando quieren defender sus posturas. Pues bien, revisemos lo que nos dice la Palabra de Dios respecto a la veneración. Veamos si la veneración a personas diferentes de Dios es mala, pues obviamente si es mala, la Biblia la condenaría.

 

Y más aún: para que nuestros amigos evangélicos no cuestionen la versión bíblica, porque podrían sostener que la Biblia Católica está “alterada” – como piensan equivocadamente algunos de ellos – emplearemos la versión protestante Reina-Valera de 1960.

 

Analicemos entonces:

 

“Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras” (Isaías 58:13).

 

Esta cita nos dice que la “veneración” de cierto día de la semana, el día de reposo, es algo bueno ante el Señor.

 

“El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta que enseña mentira, es la cola” (Isaías 9:15).

 

Este versículo llama “venerable” a los ancianos de Israel, según Isaías.

 

“Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los apóstoles” (Hechos 5:34).

 

Lucas nos relata como Gamaliel, doctor de la ley, era “venerado” por todo el pueblo, sin insinuar en ningún momento que era “adorado”.

 

“Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?” Hebreos 12:9.

 

Pablo nos habla de lo bueno que es “venerar” a nuestros propios padres y nos invita con mayor razón a obedecer a Dios, nuestro Padre Celestial.

 

Por todo lo anterior es que podemos afirmar que, bíblicamente, está permitida la “veneración”, es más, se aconseja la misma en ciertas situaciones. Obviamente estoy hablando de la “veneración” dedicada a personas diferentes de Dios, pues naturalmente Dios merece una veneración por encima de toda medida. Los santos y María reciben veneración – o respeto en grado sumo – como dice el diccionario claramente, por lo que significan para los cristianos, como ejemplos de vida, como modelos de vida santa dedicada al Señor.

 

Por esto es que los hermanos protestantes no tienen ningún asidero cuando dicen que la “veneración” es igual a la “adoración”, pues de seguir sosteniéndolo, estarían afirmando – equivocadamente – que la Biblia dice que debemos “adorar” a nuestros padres terrenales, cuando nos dice que los veneremos (Hb 12.9).

 

Tampoco tienen sustento para afirmar que la veneración es mala o es pecado, como acabamos de comprobar con la misma Palabra de Dios. Y más aún, no tienen porque criticar o condenar a los católicos, cuando les decimos que nosotros veneramos a la Virgen María y a los santos. Ya vimos que la Biblia nos permite hacerlo.

 

Pero seguramente, habrá algunos amigos evangélicos que pese a todo lo anterior, que resulta más claro que el agua más cristalina, seguirán insistiendo de alguna forma en que lo que hacemos los católicos al “venerar” a los santos es igual a “adorar” y continuarán igualmente criticándonos y atacándonos.

 

Es para ellos en particular a quienes está dedicada la parte final de este artículo.

 

Primero, veamos algunas imágenes y revisemos algunos textos que podemos comprobar sin dificultad entrando a los enlaces de internet que se citan a continuación. En ellos encontramos que muchos de los dirigentes o líderes de las comunidades evangélicas utilizan el título de Reverendo, otros el de Pastor Reverendo y otros el de Reverendo Pastor.

 

Pasemos a verificarlo con algunos ejemplos:

 

Comencemos por la página web del Movimiento Misionero Mundial del Perú:

 

“El reverendo Gustavo Martínez, presidente internacional de la obra; Rev. José Soto, vicepresidente y el Rev. Rodolfo González, tesorero de nuestra denominación…”

(http://www.mmmperu.org/pe/?p=944)

http://www.mmmperu.org/pe/?page_id=6

http://www.mmmperu.org/editorial/?p=34

 

Continuemos con los Reverendos de otros grupos evangélicos:

 

Pastor General Rev. Dr. César Orlando Ayala (Iglesia Bautista de Westchester)

 

http://iglesiabautistawestchester.com/staff.html

 

Pastor Reverendo Julio Negri Gutiérrez. Primera Iglesia Bíblica Bautista. Urb. Chorrillos. Huancayo. Perú.

 

http://www.iglesiasbautistas.org/iglesias/peru/index.shtml

 

Rev. Jorge Bravo, Obispo de la Iglesia Metodista del Perú

 

http://www.angelfire.com/pe/jorgebravo/pastor.htm

 

Reverendo Pastor Ismael Rueda Galindo. Hidalgo. México.

 

http://www.redsocialcristiana.com/index.php/component/option,com_community/Itemid,82/userid,539/view,profile/

 

Pastor Reverendo Tomás Rodríguez. Iglesia de Dios Pentecostal MI Bo. Aceitunas. Moca. Puerto Rico.

 

http://www.aceitunasadora.org/liderato.html

 

Reverendo José E. Morales. Iglesia Cristiana Emanuel, INC. New Jersey.

 

http://www.icemanuel.com/main/?page_id=8

 

Hay muchos ejemplos más sobre el uso del título de “Reverendo” que se pueden comprobar fácilmente visitando páginas protestantes o leyendo los artículos o revistas que publican.

 

A continuación, recurramos una vez más al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y estudiemos el significado de “reverendo” y otros términos:

 

Reverendo, da. (Del lat. reverendus). adj. Digno de reverencia. ||

Reverencia. (Del lat. reverentĭa). f. Respeto o veneración que tiene alguien a otra persona

 

De lo anterior se desprende que, si los evangélicos insisten en sostener que “venerar = adorar”, por tanto, ellos deben reconocer que sus pastores, al hacerse llamar “Reverendo”, están afirmando que son dignos de recibir reverencia, y como claramente hemos visto, reverencia es igual a respeto o veneración. En otras palabras nuestros amigos, los pastores evangélicos, dicen al emplear el título “Reverendo”, que son dignos de veneración. Y como todos los evangélicos dicen que “veneración = adoración”, por obvias razones, sus pastores estarían diciendo que ellos son dignos de adoración. Y la grey evangélica, al saludar a sus pastores y llamarles “Reverendo”, estarían reconociendo la validez de dicho título, y por tanto, les estarían “adorando”.

 

No es mi afán incomodar a los amigos evangélicos con este artículo, sino más bien hacerles ver el error en el cual incurren cada vez que nos acusan a los católicos de “adorar” a María y los santos, cuando nosotros les explicamos que lo que hacemos es venerarlos. Su postura equivocada no soporta el análisis lógico más sencillo como el que acabo de hacer, tanto así que si empleamos el sentido que ellos quieren darle a la palabra “venerar” entonces esto termina volteándose contra ellos mismos, como en el caso de sus “reverendos”.

 

No tengo por cierto, ninguna oposición a que sus líderes se llamen Reverendos y por tanto sean dignos de reverencia y veneración, por ende. Al contrario, tienen todo el derecho de emplear el título que mejor consideren. Me merecen el mayor respeto por el trabajo que hacen – aunque tal vez en la otra vereda – y creo por tanto que son dignos de recibir todo el respeto y veneración de su comunidad.

 

Pero así como creo lo anterior, creo también que los católicos tenemos todo el derecho de venerar a María, la madre de nuestro Señor, y a los santos, nuestros hermanos, quienes nos han antecedido en el encuentro con Jesús. Tenemos todo el derecho de brindarles el mayor respeto y veneración, por lo que vivieron y predicaron, por su martirio en muchos casos, por su vida santa. Bíblicamente ha quedado demostrado que podemos venerarlos, y también que, veneración no es igual a adoración. Los católicos única y exclusivamente adoramos a Dios, sólo a Él. A María y a los santos, los veneramos, cosa muy diferente a la adoración.

 

– Ad mayorem Dei gloria –

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Por: Josef Blinzler


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Aunque el Nuevo Testamento habla de los "hermanos" de Jesús, se puede demostrar que no se trata de los hermanos físicos de Jesús, sino, según el uso arameo, de primos u otros parientes.

 

1. María, José y Jesús, de doce años, participaron en la peregrinación de la Pascua a Jerusalén, que se nos transmite en Lc 2,41-52. No había ninguna obligación legal de que María participara. Si, a pesar de todo, María participaba, esto significaba una ausencia de al menos 14 días. Esto descarta la posibilidad de que todavía tenga una multitud de niños pequeños en casa. Si se entiende el discurso del Nuevo Testamento sobre los hermanos de Jesús en sentido literal, Jesús habría tenido al menos cuatro hermanos (Santiago, José, Judas, Simón) y también hermanas según Mc 6,3. Tal número de hijos excluye una peregrinación de la madre a Jerusalén.

 

2. Lo que se relata en Mc 3,31-35 y Jn 7,2-5 sobre los hermanos y hermanas da testimonio de una actitud condescendiente hacia Jesús. Tal actitud de los hermanos menores hacia el primogénito es impensable en Oriente. Sin embargo, según Mateo y Lucas, el hecho de que Jesús fue el primogénito es inequívocamente cierto y también lo admiten los defensores de la tesis de los hermanos maestros naturales. Si Jesús todavía tenía hermanos por nacimiento, eran más jóvenes. Pero eso está descartado por los pasajes mencionados.

 

3. En ninguna parte del Nuevo Testamento se menciona a los "hijos de María", ni siquiera donde se les menciona juntos y se habría sugerido esta forma de hablar (Mc 3,31; Hch 1,14). Tampoco se menciona nunca a los "hijos de José" ni a las hijas de María o José.

 

4. En Jn 19,26 s, antes de su muerte, Jesús entrega a su madre al cuidado de su discípulo preferido con las palabras: "He aquí a tu hijo" - "He aquí a tu madre". Pero esto sería incomprensible si hubiera habido otros hijos de María. A estos les habría correspondido entonces esa tarea.

 

Entre las mujeres que estuvieron bajo la cruz del Gólgota, según Mc 15,40, estaba "María, la madre de Santiago el Menor y de Josés". Los hijos se nombran para distinguirlos de otros portadores del nombre María. Está claro que no puede tratarse de la madre de Jesús, pues de lo contrario se la habría llamado simplemente "su madre", como es habitual, ya que se habla de Jesús en todo el contexto.

 

Si Marcos utiliza a Santiago y a José para identificar a María, hay que suponer que ya los ha mencionado antes. Pero este es el caso de Mc 6,3, donde menciona estos dos nombres uno al lado del otro y en el mismo orden en la lista de los hermanos. Si a pesar de todo alguien tiene dudas sobre si Marcos tomó realmente a Santiago y a Josés de 15,40 por los dos hermanos mayores de 6,3, incluso esta última duda debería desaparecer cuando se dé cuenta de que Marcos utiliza la forma inusual del nombre Josés en ambos casos 6,3; 15,40. 47.

 

En el resto del Nuevo Testamento, que menciona un total de ocho portadores diferentes del nombre José, esta forma secundaria no vuelve a aparecer, y Marcos también utiliza la forma habitual "José" (15,43.45, es decir, ¡directamente al lado de 15,40.47!). Ernest Renan (Vie de Jésus, París 181883, 25-27) ha proporcionado una hermosa prueba de hasta qué punto esta identificación se impone al lector crítico, si se deja llevar sólo por el texto. Admitió honestamente, aunque obviamente no a la ligera, que los dos hombres de Mc 15,40 son idénticos a los del mismo nombre en 6,3, y en consecuencia consideró que los cuatro hombres mencionados en este último pasaje eran hermanos de Jesús, a los que se les había dado el título honorífico de "hermanos del Señor".

 

Pero como para él era una conclusión inevitable que Jesús tenía "verdaderos hermanos", decidió realizar el salto mortal de postular la existencia de otros hermanos mayores reales, de los que, sin embargo, ¡ya no tendríamos ningún conocimiento más cercano! El padre M.J. Lagrange hizo la seca y acertada observación: "Es inútil inventar hermanos desconocidos de Jesús, cuando los que son citados por el nazareno como los más conocidos no eran más que parientes lejanos, primos" (Das Evangelium von Jesus Christus, Heidelberg 1949, 211)."

 

¿Qué argumentos se esgrimen a favor de la tesis de los hermanos corporales de Jesús? Hay cuatro:

 

1. La palabra griega para hermano, adelphós, denota al hermano de pleno derecho o al medio hermano.

 

Frente a esto se puede decir lo siguiente:

(a) Hay excepciones. El emperador Marco Antonino llamó a Severo, el padre de su yerno, su adelphós. Cayo Calígula llamaba al joven Tiberio César "primo por descendencia, hermano por afecto" (Filón, Leg. ad Gaium 4 § 26).

b) Cuando la palabra griega "adelphós" se utiliza en el NT, es una traducción del arameo. Por lo tanto, se puede y debe asumir que su uso sigue el uso arameo. Sin embargo, la palabra se utiliza a menudo para designar a los primos, ya que no existe una palabra separada para "primo" o "base" en hebreo y arameo. Para evitar engorrosos circunloquios, este uso no era infrecuente. Hay una veintena de casos en el Antiguo Testamento (Gn 13:8; 14:14, 16; 24:48; 29:12, 15; 31:23, 32; Lev 10:4; Jos 17:4; Ri 9:3; 1 Sam 20:29; 2 Re 10:13; 1 Cr 15:5; 23:21 s; 2 Cr 36:10; Job 42:11; Jer 22:18). En la traducción griega, la Septuaginta, se utiliza la palabra "adelphós".

c) En 1930 se publicaron los Papiros de Adler. En el papiro Adler 7 se utiliza la palabra adelphós para designar al hijo del sobrino, en el papiro London Inv. 2850 col. II 15 para designar al sobrino. Se trata de textos egipcios en papiro del siglo II o I a.C. El exégeta Theodor Zahn, desde cuyo estudio de 1900 "en la investigación protestante los archivos sobre este tema [de los hermanos maestros] se han cerrado, por así decirlo" (Blinzler p. 55), no conocía estos papiros.

d) En la Iglesia primitiva, los parientes de Jesús eran tenidos en gran estima. Por eso era obvio darles el honorable nombre de "hermanos del Señor".

e) En Mc 3,31-35 era necesario mantener el uso semítico en la traducción griega, porque de lo contrario se habría destruido el juego de palabras de Jesús: "¡Ahí están mi madre y mis hermanos! Porque todo el que hace la voluntad de Dios es hermano, hermana y madre para mí".

 

2. Los hermanos de Jesús son mencionados varias veces junto con la madre de Jesús. Así que eran hijos de María.

 

Por otro lado, se puede decir que todos estos pasajes siguen siendo comprensibles si los hermanos de Jesús son primos u otros parientes. El hecho de que María aparezca en público con los parientes masculinos más cercanos puede explicarse fácilmente "por la posición inferior de la mujer en el judaísmo de la época" (Blinzler p. 58).

 

3. En Mt 1,25 (José no conoció a María "hasta que dio a luz a un hijo") queda claro, por la palabra "hasta", que José se casó más tarde y, por tanto, tuvo más hijos.

 

Por otra parte, podemos decir con Klaus Beyer: "'Hasta', incluso después de una negación en semítico y griego, a menudo sólo denota el límite dentro del cual se considera la acción principal, sin implicar que nada cambie después" (Sintaxis semítica en el NT I/1, Göttingen 1962, 132 nota 1). Compárense, por ejemplo, los pasajes Gn 28,15; 2 Sam 6,23; Sal 110,1; 1 Mac 5,54; Mt 28,20.

 

4. En Lc 2,7 se llama a Jesús "primogénito". Así que había otros niños.

 

En el judaísmo, el primer hijo llevaba el título de "primogénito" (bekor) aunque no le siguieran otros hijos. Prueba de ello es, por ejemplo, la inscripción de una tumba judía del año 5 a.C.: "En los dolores de parto de mi primogénito, el destino me llevó al final de mi vida".

 

Además, por supuesto, están todos los argumentos expuestos por los Padres de la Iglesia y la Tradición a favor de la virginidad perpetua de María.

Traducido y adaptado por Richbell Meléndez. Publicado originalmente en kath-info

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Algunos protestantes sobre todo aquellos fanaticamente anticatólicos, que no se dedican a estudiar seriamente sino a solo repetir lo que otros anticatólicos dicen, cuando quieren tratar el tema de la eucaristía con un católico suelen llamar a este "caníbal" por el simple hecho de creer en la presencia real de Cristo en la Eucaristía al cual recibimos en cada Misa en apariencia de pan y lo comemos (masticamos, mordisqueamos) como el no los pide en Juan 6, 54

 

"El que come (τρώγω trógo) mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. " Juan 6, 54

 

Si vamos al diccionario strong en español, se nos dice que esta palabra significa: "probablemente fortificado de una forma colateral de la base de G5134 y G5147 mediante la idea de corrosión o gasto; o tal vez más bien de la base de G5167 y G5149 mediante la idea de un sonido crujiente; mordisquear o masticar, i.e. (caso genitivo) comer:-comer."

 

En otras palabras el Señor nos pide a los Cristianos que lo comamos en cada Eucaristía, es esto lo que entendieron los Judíos, por ello los Judíos se escandalizaron. (Ver Juan 6, 60-61) porque entendieron bien lo real de las palabras de Jesús.

 

Sin embargo los Cristianos siendo obedientes al Señor,  celebraban la Eucaristía todos los días (Hechos 2, 46) y especialmente el domingo, día del Señor (Hechos 20, 7)

 

Lo que estos protestantes anticatólicos ignoran es que muchos observadores externos de la iglesia primitiva creían que los cristianos eran caníbales precisamente por decir que en la Eucaristía se comían a Cristo en la apariencia de pan.

 

La evidencia más sólida que he encontrado para la antigua confesión de la presencia real es el hecho de que los primeros cristianos fueron acusados precisamente de canibalismo, de comer niños, para ser precisos. ¿Por qué? Salió el rumor de que estaban comiendo la carne del hijo de Dios. Wow ... muchas realidades teológicas están atestiguadas en ese rumor.

 

¿Y cómo disiparon ese rumor? ¡No lo hicieron! Siguieron celebraron el Sacramento y siguieron comiendo y bebiendo el cuerpo y la sangre del Hijo de Dios.

 

Ahora, podrían haber dicho inmediatamente: "Oh, no entiendes. Es sólo un símbolo. Es una metáfora. Al igual que sus ritos de Mitra son metáforas y símbolos ”. [A lo Zwinglio]. O podrían haber pensado como Calvino: “Oh, no, en realidad no creemos que en realidad estemos comiendo o bebiendo el cuerpo y la sangre de Cristo. Oh, no, nuestras almas están ascendiendo al cielo y están participando de Él allí ”.

 

No, ellos tampoco hicieron eso.

 

Siguieron confesando la presencia real y mantuvieron su esperanza reconfortante aún más.

 

Si no estamos siendo acusados de canibalismo, hay algo malo. No lo hemos explicado muy bien.

 

Un luterano inglés lo expresó con sencillez: “Si algunas personas no interpretan erróneamente lo que usted cree y enseña acerca de la Cena que suena como canibalismo, entonces su comprensión y / o enseñanza de la Cena es deficiente."

 

Los cristianos primitivos creían algo acerca de la Eucaristía que sonaba como un canibalismo para los forasteros. Si no creemos eso hoy, hemos perdido su fe. Y cuando los críticos judíos de Jesús lo acusaron de enseñar que nos iba a dar su carne para comer, no lo negó, sino que reforzó su punto. La iglesia católica respondería de la misma manera hoy. ¿Lo harías?


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Por: Gelsomino del Guercio
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Los tormentos de un pontífice, manifestados en una carta que permaneció inédita hasta hace pocas semanas
Estamos a principios de la década de los 70’s. Son tiempos agitados en el mundo y en la Iglesia. Vivimos la inmediata época post conciliar. El papa Pablo VI escribe una carta que permanecerá inédita hasta 2018, cuando el contenido es revelado en el libro «La barca di Paolo» («La barca de Pablo»), del sacerdote Leonardo Sapienza, regente de la Casa Pontificia.
Es el 29 de junio de 1972. Pablo VI tiene cada vez más la clara impresión de que existe algo de profundo y de negativo que aflige a la Iglesia crecientemente. El camino de la secularización y la falta de unidad interna están volviéndose dos grandes problemas para la Iglesia en el mundo entero.
El Papa escribe inquieto:
«…Diríamos que, por alguna rendija misteriosa – no, no es misteriosa; por alguna rendija, el humo de Satanás entró en el templo de Dios. Hay duda, incertidumbre, problemática, inquietud, insatisfacción, confrontación», «Ya no se confía en la Iglesia. Se confía en el primer profeta pagano que vemos que nos habla en algún periódico, para correr detrás de él y preguntarle si tiene la fórmula para la vida verdadera. Entró, repito, la duda en nuestra conciencia. Y entró por las ventanas que debían estar abiertas a la luz: la ciencia».
Nubes de tempestad
Se sienten las llagas en el post concilio:
«…Se creía que, tras el Concilio, vendrían días soleados para la historia de la Iglesia. Vinieron, sin embargo, días de nubes, de tempestad, de oscuridad, de búsqueda, de incertidumbre… Intentamos cavar abismos en lugar de taparlos…»
Terror y éxtasis
Que el Papa no estaba tranquilo, se percibe también por otro pensamiento que él había escrito ocho días antes, el 21 de junio de 1972. El título, por sí mismo, ya es perturbador: «El terror y el éxtasis».
Tal vez el Señor me haya llamado a este servicio no para que tome ninguna actitud, o para que gobierne y salve a la Iglesia de sus dificultades, sino para que sufra algo por la Iglesia y quede claro que es Él, y nadie más, quien la guía y quien la salva.
21 de junio de 1963: exactamente nueve años antes de escribir este pensamiento, Giovanni Montini era electo Papa. Y, al respecto, había escrito:
«…Espero que todos crean cuando digo que no sólo nunca aspiré como ni siquiera formulé la hipótesis de ser elegido para este formidable oficio…»
Años después, en una conversación en el turbulento 1968 con el escritor francés Jean Guitton, su amigo, el Papa confiaba:
«…Yo tuve el terror y el éxtasis de haber sido elegido…»
Una vez aceptado el peso del pontificado, Pablo VI le consagró todas las fuerzas, en medio de los incontables obstáculos que, a él y a cualquier otro pontífice, habrían hecho, ciertamente, pensar en la renuncia.
Es gravemente pesada la carga del Vicario de Cristo, porque es la carga del pastor llamado a dar la vida por sus ovejas. Oremos por el Papa y por la Iglesia, bajo las nubes de la tempestad.
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Richbell Meléndez, laico católico dedicado a tiempo completo a la apologética y subdirector de la Escuela de Apologética Online DASM.

 

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