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Por: P. Miguel A. Fuentes «El Teólogo Responde»

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Pregunta:

Quisiera saber si alguien de esta organización me pude ayudar. Necesito información actual sobre la ética medica en la clonación de órganos humanos, que se obtienen de células fetales en etapa totipotencial. Ya me recorrí todo medline, e internet y no encuentro nada; por favor, ¿me pueden ayudar? De antemano gracias, somos un grupo de estudiantes de medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Respuesta:

Le recuerdo cuanto dice el documento del Centro de bioética de la universidad católica del Sagrado Corazón (Roma) ‘La clonación humana ‘terapéutica”[1]. Después de dar su dictamen negativo sobre la clonación a partir de embriones, afirma: ‘No se trata [el caso tratado] de reproducir células idénticas entre sí partiendo de una única célula progenitora, como acontece actualmente en el campo de los cultivos celulares; ni se trata simplemente de producir, con la técnica de proliferación celular in vitro, tejidos destinados a la implantación (por ejemplo, tejido cutáneo, óseo y cartilaginoso), según los procedimientos de la ‘ingeniería de tejidos’. Con esta técnica se toman del cuerpo humano o animal células capaces de proliferar y generar tejidos en laboratorio, con el fin de sustituir tejidos dañados del cuerpo de un paciente, por ejemplo, a causa de una quemadura grave. En efecto, si se tratara de la reproducción de células o de intervenciones de ingeniería de tejidos, no habría propiamente hablando ninguna dificultad ética para admitir la licitud de estas técnicas…’.

Y más adelante, hablando de las células multipotenciales: ‘Por lo que se refiere a las células estaminales multipotenciales ya se sabe que pueden encontrarse también en otros tejidos, y no sólo en el embrión precoz. En efecto, se hallan, entre otros lugares, tanto en el saco vitelino, en el hígado y en la médula ósea del feto, como en la sangre del cordón umbilical en el momento del parto. Cuando se recojan células estaminales de embriones o fetos abortados espontáneamente, o del cordón umbilical, en el momento del parto, no existen particulares problemas éticos…’.

No ocurre lo mismo con el embrión, el cual es inviolable en sus derechos a la vida y a la integridad física como cualquier otra persona.

P. Miguel A. Fuentes, IVE

[1] Cf. L’Osservatore Romano, 5 de marzo de 1999, p. 8-9.

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18 de octubre de 2021 - 10:36 PM

POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa
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El Arzobispo de Nueva York (Estados Unidos), Cardenal Timothy Dolan, explicó qué es el proceso sinodal en la Iglesia y ofreció 7 claves para entender en qué consiste esto y cómo debe hacerse.
En la homilía del domingo 17 de octubre en la Catedral de San Patricio, el Cardenal Dolan recordó que una semana antes el Papa Francisco inauguró en Roma el proceso sinodal, “un examen de conciencia sobre cómo la Iglesia vive de acuerdo al modelo dado por Jesús”.
Los trabajos del proceso sinodal se desarrollarán en tres fases que concluirán en octubre de 2023, con la celebración en Roma de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos con el tema “Por una Iglesia sinodal: comunión participación y misión”.
“¿Y qué es esta sinodalidad de la que el Papa Francisco habla con frecuencia? No sé si la entiendo completamente o si el Santo Padre es honesto al admitir que él tampoco tiene la plena comprensión, y por lo mismo nos ha encomendado esta tarea”, dijo el Cardenal Dolan.
A modo de respuesta, el Purpurado estadounidense dijo que el Papa “quiere que nos unamos a él en oración, escucha, discernimiento y en examen personal, y de la Iglesia en comunidad, para ver si realmente estamos en el camino que Jesús ha establecido para su amada novia, su Cuerpo místico: la Iglesia”.
En ese sentido, el Cardenal propuso siete claves para comprender mejor este camino:
1.- Centralidad del Espíritu Santo
El Cardenal explicó que “la energía y la dirección de la Iglesia provienen del Espíritu Santo y no de nosotros mismos”.
2.- Estar en el mundo sin ser del mundo
“Mientras estamos en el mundo, no somos del mundo; y por lo tanto nuestros principios guía vienen del Evangelio, la revelación y el patrimonio de la enseñanza establecida por la Iglesia”.
3.- Sacralidad de la vida humana
El Cardenal indicó además que “los principios de la dignidad inherente de toda persona humana y la inherente sacralidad de toda vida humana son los faros y pilares de nuestro camino”.
4- Jesús es nuestro guía
“Nuestro camino a través de esta vida de regreso al verdadero y eterno hogar celestial se recorre mejor precisamente como una jornada, en la que avanzamos y nos acompañamos unos a otros, con Jesús como nuestro guía, Su madre y los santos, y nosotros pecadores uno al lado del otro”.
5.- Ayudar a los más necesitados
El Cardenal dijo también que en este camino debemos “prestar especial atención a los que están al lado del camino, especialmente a los enfermos, los débiles, los pobres o los que no pueden mantener nuestro ritmo”.
6.- Oración y sacramentos
El Arzobispo de Nueva York recordó que “nuestra riqueza proviene solo de la fe, la confianza, la oración, los sacramentos y Su gracia, y que la misericordia, el amor, la invitación, la alegría, el servicio generoso y el buen ejemplo son nuestras únicas herramientas, nunca la dureza, ni la condena ni el orgullo”.
7.- Ser católicos leales
“Esto es la sinodalidad en breve. Somos católicos leales. El Santo Padre nos ha pedido ayudarlo para mantener siempre a la Iglesia bajo la dirección que Jesús, nuestro Buen Pastor, tiene para nosotros”, concluyó.
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Por: Dante A. Urbina

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El día 4 de diciembre del 2015 participé como ponente teísta en el conversatorio “¿Apunta la física hacia la existencia de Dios?” (ver video en: http://www.youtube.com/watch?v=Q1RDmubUPTw) organizado por estudiantes de la Escuela de Filosofía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y el que también integraron el físico Luis del Castillo (posición atea) y el filósofo Humberto Quispe (posición agnóstica), ambos de amplia trayectoria docente en la principal universidad pública del Perú. Lo interesante, significativo y hasta singular del evento fue que cada uno de los ponentes tuvo que responder desde su propia perspectiva a las mismas preguntas formuladas con anticipación (el ya conocerlas preveía respuestas más sólidas y elaboradas evitando improvisaciones) por los organizadores por lo que el mismo resultó muy ilustrativo y aleccionador respecto de la consistencia (o falta de consistencia) de cada una de la visiones frente a relevantes cuestiones filosófico-científicas.

Pues bien, dado que, por el formato ya explicado del conversatorio, la interacción entre los ponentes no debía ser directa sino más bien indirecta, no resultaba pertinente que en ese contexto responda de modo frontal punto por punto a todas las afirmaciones de los otros ponentes sino que debía centrarme en dar mis propias respuestas (aunque cualquiera que analice el video podrá evidenciar que en base a las que di se puede inferir claramente la refutación a los principales puntos de los otros ponentes en lo que correspondía). Sin embargo, existe un argumento concreto que, en consideración a que quienes me invitaron son precisamente estudiantes de filosofía, sí quisiera refutar con más detalle, a saber: el llamado “principio materialista para demostrar la inexistencia de Dios”. Este argumento, esgrimido por el profesor Luis del Castillo no solo en el conversatorio sino también en varios otros eventos -incluido su debate sobre la existencia del Dios cristiano contra el Dr. Donald Smith, rector de la Universidad Seminario Evangélico de Lima (1)-, es representativo del ateísmo marxista y, según la presentación que se hizo del mismo, se podría estructurar sucintamente como sigue:

1. Todo objeto o proceso solo puede existir como parte del continuo materia-espacio-tiempo (infraestructura) o como una idea-proyección de la mente (superestructura), no hay otra posibilidad.

2. Si Dios existe, o es parte de la infraestructura o de la superestructura.

3. Pero Dios no puede pertenecer a la infraestructura por cuanto no admite la caracterización como ser físico o material.

4. Por tanto, Dios debe pertenecer a la superestructura de modo que no existe como ser de la realidad sino únicamente como una idea-proyección de la mente, es decir, como un ser puramente imaginario.

5. Luego, Dios no existe como ser real.

Para quien tenga poco training en filosofía y lógica (o quiera encontrar a como dé lugar justificación para el ateísmo), el argumento puede parecer contundente. Pero en realidad es muy deficiente por una sencilla razón: porque descansa en su totalidad en una gigantesca falacia de petición de principio. En efecto, este “argumento” no prueba nada porque ya en su primera premisa presupone la conclusión que pretende artificiosamente “demostrar”. ¿Cómo así? Simple: al asumir, echando mano de la singular dicotomía marxista infraestructura-superestructura, que todo ser que no sea material solo puede reducirse a una mera idea de la mente ¡el argumento ya está suponiendo de principio que no puede existir un ser como Dios! El ateo no puede presuponer simple y llanamente que todo lo que no sea material resulta puramente imaginario ya que ¡eso es precisamente lo que tiene que demostrar! Sin embargo, no se provee en el “argumento” ni la más mínima justificación al respecto…

Precisamente es lo anterior lo que hace que caiga en otra grandísima falacia: la falacia de falso dilema. Esta trampa lógica se da cuando se nos pretende encerrar en solo dos opciones como las únicas posibles cuando en realidad existen más. Ahora, ¿hay alguna opción coherente de existencia además de solo ser un ente material (infraestructura) o una mera idea (superestructura)? Por supuesto que sí: la posibilidad de existir como un ser inmaterial independiente de la mente o, en otras palabras, como un espíritu real. Esa es una opción lógicamente posible y, por tanto, el ateo no puede descartarla sin más. La vía coherente sería refutar de modo directo esa posibilidad y descartarla a posteriori (“luego de”); pero el que un ateo la descarte a priori (“antes de”) sin siquiera refutar nada solo es muestra de que se guía no por la razón sino por un pre-juicio en contra de lo sobrenatural o metafísico. Es más, al descartar desde la primera premisa y sin mayor justificación la posibilidad de un ser espiritual real ya se está eliminado de plano como posibilidad de existencia ¡aquella que los teístas siempre hemos aplicado a Dios! Por esa razón, como respuesta indirecta pero clara a lo manifestado por el profesor dije en el conversatorio: “¿Y cuál es la conceptualización, cuál es el concepto que plantea el teísmo? (…) El teísmo clásico no plantea que Dios sea un ser material o que se identifique con la materia en su conjunto (eso sería panteísmo), ni tampoco plantea que sea una mera idea de la mente sin más; sino que plantea que es una realidad espiritual trascendente y previa a la materialidad. Cualquier argumento que no tome en cuenta esa conceptualización desde el teísmo clásico, no refutaría el teísmo clásico, que es el que estoy defendiendo” (2). Así que queda demostrado que en el fondo, el argumento esgrimido termina siendo uno del tipo: “Dado que el teísmo es falso, por lo tanto el teísmo es falso”.

Para que hasta el ateo “más duro” se percate de que el llamado “principio materialista para demostrar la inexistencia de Dios” es absolutamente inválido por caer en dos groseras falacias, aplicaré el método de reducción al absurdo reproduciéndolo con exactamente la misma estructura, pero en “términos creyentes”. Así pues, prepárense para mi “temible” principio creacionista para demostrar la existencia de Dios:

1. Todo objeto o proceso solo puede existir como parte de la creación o como el Creador, no hay otra posibilidad.

2. Si Dios existe, solo puede pertenecer a la categoría de creación o de Creador.

3. Pero Dios no puede pertenecer a la creación por cuanto no admite la caracterización como ser creado.

4. Por tanto, Dios debe pertenecer a la categoría de Creador, lo cual es coherente e implica que Él existe.

5. Luego, Dios existe como ser real.

Un ateo que escuche tal tipo de argumento inmediatamente saltará y gritará: “¡Falacia! Primero, falacia de petición de principio porque la dicotomía creación-Creador ya presupone que el teísmo es verdad desde la primera premisa; y, segundo, falacia de falso dilema porque todavía existe una tercera posibilidad coherente con la que no se ha interactuado: que las cosas existan sin ser creadas, como es que siempre hemos sostenido los ateos”. Bien, aplausos señor ateo, ha sabido usted encontrar correctamente las falacias en ese “razonamiento” creacionista. ¡Pero esas son precisamente las que comete el llamado “principio materialista para demostrar la inexistencia de Dios” (su dicotomía infraestructura-superestructura parte de un materialismo ateo que ya de inicio descarta el teísmo e ignora de plano cualquier posibilidad de un ser inmaterial real)! Ergo, acabamos de crear una trampa lógica para el ateo: si afirma (correctamente) la invalidez del “argumento creacionista” está obligado a proclamar también la del “argumento materialista” o a evidenciarse como un deshonesto intelectual. ¿Cuántos ingenuos (o deshonestos) caerán en la trampa?

Así, pues, este “argumento” ateo ha sido “asesinado por su propia espada”. Y es que en ciencia y filosofía no basta simplemente con pensar sino que ¡hay que saber pensar!

Referencias:

1. Donald Smith vs. Luis del Castillo, “Debate sobre la existencia del Dios cristiano”, Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima – Perú), 29 de mayo del 2014.

2. Dante A. Urbina, “¿Apunta la física hacia la existencia de Dios?”, conversatorio con Luis del Castillo (ateo) y Humberto Quispe (agnóstico), Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima – Perú), 4 de diciembre del 2015, respuesta a 1era pregunta.

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Por: Richbell Meléndez
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San Ignacio fue uno de los Padres Apostólicos, se le reconoce por haber sido el primero en usar la palabra "católica" para referirse a la Iglesia de Cristo y por ser uno de los sucesores de San Pedro en el Obispado de Antioquia. Sus escritos fueron reconocidos con gran importancia, al punto hasta de considerarse inspirados por mucho tiempo, antes de que se oficializara la lista del canon bíblico en el siglo IV.
En sus escritos podemos encontrar evidencias de varias de las doctrinas católicas como la presencia real de Cristo en la Eucaristía, la importancia de estar sujetos a los Obispos, el episcopado monárquico, así como el reconocimiento e importancia de la autoridad de la Iglesia de Roma, como lo podrá leer en los siguientes textos.
Ignacio reconoce la autoridad, o "presidencia", en particular de la Iglesia en Roma:
"Ignacio, que es llamado también Teóforo, a aquella que ha hallado misericordia en la benevolencia del Padre Altísimo y de Jesucristo su único Hijo; a la iglesia que es amada e iluminada por medio de la voluntad de Aquel que quiso todas las cosas que son, por la fe y el amor a Jesucristo nuestro Dios; A LA QUE TIENE LA PRESIDENCIA EN EL TERRITORIO DE LA REGIÓN DE LOS ROMANOS, SIENDO DIGNA DE DIOS, DIGNA DE HONOR, DIGNA DE PARABIENES, DIGNA DE ALABANZA, DIGNA DE ÉXITO, DIGNA EN PUREZA, Y TENIENDO LA PRESIDENCIA DEL AMOR, andando en la ley de Cristo y llevando el nombre del Padre; iglesia a la cual yo saludo en el nombre de Jesucristo el Hijo del Padre; a los que en la carne y en el espíritu están unidos a cada uno de sus mandamientos, siendo llenos de la gracia de Dios sin fluctuación, y limpiados de toda mancha extraña; salutaciones abundantes en Jesucristo nuestro Dios en su intachabilidad." (Introducción Carta a los Romanos)
Si se fijan bien, Ignacio llama a la Iglesia de Roma la que tiene la presidencia en el territorio de los romanos y en el amor una clara muestra del primado de honor y jurisdicción del cual la Iglesia de Roma gozaba, la cual es digna de Dios, también se refiere a ella como la que es amada e iluminada.
Ignacio indica que la Iglesia en Roma poseía la autoridad para enseñar a otros:
"NUNCA HABÉIS RECIBIDO A NADIE DE MALA GANA; FUISTEIS LOS INSTRUCTORES DE OTROS. Y MI DESEO ES QUE LAS LECCIONES QUE IMPARTÍS COMO MAESTROS LAS CONFIRMÉIS. Rogad, sólo, que yo tenga poder por dentro y por fuera, de modo que no sólo pueda decirlo, sino también desearlo; que pueda no sólo ser llamado cristiano, sino que lo sea de veras. Porque si resulto serlo, entonces puedo ser tenido como tal, y considerado fiel, cuando ya no sea visible al mundo. Nada visible es bueno. Porque Dios nuestro Dios Jesucristo, estando en el Padre, es el que es más fácilmente manifestado. La obra no es ya de persuasión, sino que el Cristianismo es una cosa de poder, siempre que sea aborrecido por el mundo." (Carta a los Romanos III)
Esto es importante destacar, Ignacio hace énfasis que la Iglesia de Roma instruía a otros y los confirmaba, una clara muestra de la autoridad jurisdiccional de la cual gozaba.
Finalmente, Ignacio confirma, al igual que otros Padres de la Iglesia, que esta Iglesia autorizada en Roma fue fundada por Pedro y Pablo:
"Rogad al Señor por mí, para que por medio de estos instrumentos pueda ser hallado un sacrificio para Dios. NO OS MANDO NADA, COSA QUE HICIERON PEDRO Y PABLO. Ellos eran apóstoles, yo soy un reo; ellos eran libres, pero yo soy un esclavo en este mismo momento. Con todo, cuando sufra, entonces seré un hombre libre de Jesucristo, y seré levantado libre en Él. Ahora estoy aprendiendo en mis cadenas a descartar toda clase de deseo." (Carta a los Romanos IV)
Esto se resume porqué la Iglesia de Roma gozaba de tal autoridad y es que como lo demuestran otros Padres de la Iglesia esta Iglesia fue fundada por San Pedro y San Pablo. Por eso dice que no manda nada, cosa que ya habían hecho San Pedro y San Pablo.
Finalmente, todo lo anterior no solo es observado por historiadores católicos, sino también protestantes como es el caso del erudito protestante J. N. D. Kelly:
“Entre la multiplicidad de organismos locales que componen esta comunidad, él [Ignacio de Antioquía] parece sugerir que la iglesia romana ocupa una posición especial; habla de la iglesia "que tiene la primacía (προκάθηται) en el lugar de la región de los romanos". Esto puede ser simplemente una forma elaborada de definir el área de la autoridad de la congregación a la que se dirige, pero parece estar implícito algo más, ya que continúa saludando a la iglesia romana por poseer 'una primacía del amor' (προκαθημένη τἠς ἀγάπης) —una expresión que algunos han traducido, con bastante fuerza, "presidir la comunidad de amor" (es decir, la Iglesia universal). Lo que estos primeros padres estaban imaginando era casi siempre la sociedad empírica y visible; tenían poco o ningún indicio de la distinción que más tarde se convertiría en importante entre una Iglesia visible y una invisible ". (J. N. D. Kelly, Doctrinas cristianas primitivas (San Francisco: Harper & Row, 1978), 191)
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Richbell Meléndez. Laico católico dedicado a la apologética a tiempo completo y Subdirector General de la Escuela de Apologética Online DASM.

 

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Por: Daniel Iglesias Grezés

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“Casi cada vez que el Corán se refiere a Jesús, lo que hace alrededor de una docena de veces, se opoñe señaladamente a la visión cristiana según la cual Cristo es uno de la Trinidad. Peor, según la presentación de la visión cristiana de la Trinidad hecha por el Corán, esta última está compuesta por Dios, Cristo y María.” (Stanley L. Jaki, Jesus, Islam, Science, Real View Books, Pinckney – Michigan, 2001, p. 4; la traducción del inglés es mía).

“En la perspectiva radicalmente simple del Corán es suficiente para el fiel musulmán saber sobre Jesús que él nunca pensó que él era Dios o que María era Dios. El fiel musulmán debe vivir en la creencia de que Dios, Jesús y María son la Trinidad cristiana. Esto, si fuera verdad, seguramente equivaldría a un craso politeísmo, que los cristianos abominarían no menos que lo que lo hacen los musulmanes. Pero el Corán no deja ninguna duda de que ésa es la visión cristiana y de que tal visión, y por lo tanto los cristianos y el cristianismo, debería ser deplorada y enfrentada resueltamente. No hay espacio allí para un diálogo, para un mejor entendimiento. Para el musulmán el Corán es la última palabra de Dios al hombre.” (Ídem, p. 10; traducción mía).

Aquí se plantea un problema insoluble para la fe musulmana. Para comprender esto se debe tener muy presente que la fe musulmana en el origen divino del Corán es muy diferente de la fe cristiana en la inspiración divina de la Biblia.

El cristiano cree que la Biblia es a la vez obra de Dios y obra de hombres. Dios es el autor principal de la Biblia, pero la Biblia fue escrita por hombres inspirados por Dios, que actuaron como verdaderos autores humanos, cada uno de ellos con su vocabulario y estilo propios. El cristiano no concibe la inspiración bíblica como el mero dictado de un texto celestial ni como una suerte de trance espiritista, sino como una iluminación divina de la mente del hagiógrafo, que capacita a éste para transmitir por escrito la palabra revelada por Dios a los hombres para su salvación. Esa transmisión utiliza diversos géneros literarios y la cultura propia de la época de cada autor sagrado, los que deben ser tenidos en cuenta para la correcta interpretación del texto sagrado.

Según la fe musulmana, en cambio, el Corán es una obra exclusivamente divina, sin ningún autor humano; se trataría de la transcripción exacta de las mismísimas palabras reveladas por Dios a Mahoma en árabe, por medio del ángel Gabriel. Por eso, según los musulmanes, el Corán es un libro eterno, compuesto en el cielo por el mismo Dios.

En la visión musulmana ortodoxa, entonces, no hay espacio para un estudio histórico-crítico del texto del Corán, análogo al que tantos estudiosos cristianos y no cristianos han llevado a cabo sobre la Biblia durante siglos. El musulmán no puede relativizar la información histórica del Corán sobre el dogma trinitario cristiano diciendo que es algo “dicho de paso” o un simple recurso literario para transmitir una verdad de otro orden. Lo que dice el Corán debe ser tenido por el musulmán como absolutamente verdadero también en el sentido histórico.

Ahora podemos palpar el problema insoluble antes mencionado, porque es evidentísimo que la presentación que el Corán hace del dogma trinitario cristiano es una completa tergiversación, parecida al craso error de un niño cristiano que –por no conocer aún el Catecismo- confunde la Santísima Trinidad con la Sagrada Familia.

Ningún cristiano, ni ortodoxo ni heterodoxo, ha creído jamás que la Trinidad está formada por Dios, Jesús y María. Lo que más se le parece, que yo sepa, fue una tesis sostenida por Leonardo Boff cuando todavía era tenido por teólogo católico: la unión hipostática de María con el Espíritu Santo, disparate teológico que no tuvo ni antecesores ni seguidores. Ni los católicos más “maximalistas” en lo referente a la mariología y el culto mariano han sostenido jamás que María tuviera una naturaleza divina.

No hay modo escapar a la conclusión de que el Corán suministra una información equivocada, desde el punto de vista histórico, sobre la fe cristiana en la Trinidad. Más allá de que nuestra fe en la Trinidad sea verdadera o falsa, ella es lo que es y siempre ha sido, y no otra cosa, como pretende hacernos creer el autor del Corán.

Considerando lo dicho antes sobre el “Corán eterno” y lo inconcebible de la idea de un Dios mal informado sobre la doctrina cristiana, vemos que no hay forma posible de conciliar la fe musulmana con este error del Corán.

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