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Por: Richbell Meléndez
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La Iglesia Católica se refiere como dialogo interreligioso a la acción de realizar un intercambio abierto y respetuoso de puntos de vista entre individuos y grupos con diferentes antecedentes religiosos y herencias culturales, basado en la comprensión y el respeto mutuo.
El Concilio Vaticano II en su declaración “Nostra Aetate” nos habla de como deben ser las relaciones entre el Cristianismo Católico y las religiones no cristianas. En el documento se nos señala lo siguiente:
“La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres. Anuncia y tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo, que es "el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn., 14,6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas.
Por consiguiente, exhorta a sus hijos a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de fe y vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socio-culturales que en ellos existen.” (NA 2)
Por lo que los católicos debemos de considerar con respeto lo santo y verdadero que se puede encontrar en las religiones no cristianas, de esta manera se podrá dar una mejor relación, sin olvidar que la Iglesia “tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo, que es "el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn., 14,6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas.”
El Catecismo nos recuerda también que no debemos de olvidar que la Iglesia es el lugar donde la humanidad encuentra su unidad y salvación.
“El Padre quiso convocar a toda la humanidad en la Iglesia de su Hijo para reunir de nuevo a todos sus hijos que el pecado había dispersado y extraviado. La Iglesia es el lugar donde la humanidad debe volver a encontrar su unidad y su salvación. Ella es el "mundo reconciliado" (San Agustín, Sermo 96, 7-9). Es, además, este barco que pleno dominicae crucis velo Sancti Spiritus flatu in hoc bene navigat mundo ("con su velamen que es la cruz de Cristo, empujado por el Espíritu Santo, navega bien en este mundo"; san Ambrosio, De virginitate 18, 119); según otra imagen estimada por los Padres de la Iglesia, está prefigurada por el Arca de Noé que es la única que salva del diluvio (cf 1 P 3, 20-21).” (CEC #845)
Por eso es importante recordar también que debemos de predicar el Evangelio a toda criatura (Mc 16, 15) porque Dios quiere que todos hombres se salven (1 Tim 2, 4) pero aquellos miembros de otras religiones que ignoran sin culpa el Evangelio pero bajo influjo de la gracia se esfuerzan a cumplir con obras la voluntad de Dios pueden conseguir la salvación eterna.
“Ni el mismo Dios está lejos de otros que buscan en sombras e imágenes al Dios desconocido, puesto que todos reciben de El la vida, la inspiración y todas las cosas (cf. Hch 17,25-28), y el Salvador quiere que todos los hombres se salven (cf. 1 Tm 2,4). Pues quienes, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, no obstante, a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, en cumplir con obras su voluntad, conocida mediante el juicio de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna [33]. Y la divina Providencia tampoco niega los auxilios necesarios para la salvación a quienes sin culpa no han llegado todavía a un conocimiento expreso de Dios y se esfuerzan en llevar una vida recta, no sin la gracia de Dios.” (Lumen Gentium 16)
Esto lo resume el Catecismo de la Iglesia Católica con las siguientes palabras enfatizando el derecho que tenemos los cristianos de evangelizar.
“«Aunque Dios, por caminos conocidos sólo por Él, puede llevar a la fe, "sin la que es imposible agradarle" (Hb 11, 6), a los hombres que ignoran el Evangelio sin culpa propia, corresponde, sin embargo, a la Iglesia la necesidad y, al mismo tiempo, el derecho sagrado de evangelizar» (AG 7).” (CEC 848)
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Richbell Meléndez, laico católico dedicado a la apologética, colaborador asiduo de distintas páginas de apologética católica y subdirector de la escuela de apologética online DASM.
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