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MÉXICO, Kistrine Franklin ex-misionera protestante en América Latina, es una de las conferencistas que ha participado en el X11 Congreso Internacional "Camino a Roma", celebrado en la Ciudad de México.
Kristine Franklin creció bajo las enseñanzas de una iglesia evangélica fundamentalista. Este es su testimonio de conversión, que comparte con los lectores de Zenit-El Observador.
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El comienzo
Mi mamá amaba a Jesús y amaba la Biblia, por lo tanto yo aprendí a amar a Jesús y a la Biblia, pero también aprendí que la doctrina era importante, porque la verdad es siempre importante.
Mis padres pensaban que la Iglesia católica enseñaba mentiras, que el catolicismo era una religión falsa. Sin embargo, fue la convicción fundamentalista la que realmente me llevó a la Iglesia católica. El camino empezó cuando mi mamá me dijo:«Jesuscristo toca a la puertecita del corazón», entonces yo a los 5 años de edad, le pedí a Jesús que abriera la puertecita.
Una cosa que siempre aprendí de los fundamentalitas es que la verdad es cuestión de vida eterna o de muerte eterna, pero aún así yo tenía mis propios cuestionamientos.
Una búsqueda que abría puertas
Resulta que en la búsqueda por la verdad yo me casé, y junto con mi esposo Martin y mis dos hijos seguimos el camino evangélico, creíamos que los cristianos íbamos a encontrar en los evangélicos un cristianismo unido.
En 1991 nos trasladamos a Centroamérica como misioneros laicos. Durante la estancia en Guatemala empezamos a cuestionarnos muchas ideas del protestantismo, al ver completamente expuestos los problemas de esta corriente cristiana en el contexto de un mundo con diversas denominaciones.
Yo no era un genio pero había dos cosas que sabía con certeza: la primera es que las declaraciones no pueden contradecirse y, la segunda, sabía que la verdad no dependía de nuestras opiniones y simples creencias.
La luz de las respuestas
Lo que mi familia necesita era la verdad, y yo siempre me preguntaba, dónde se encontraba el único y verdadero Evangelio, dado que mi experiencia me señalaba que todos los que leen la Biblia filtran afirmaciones por su sistema de creencias.
Entonces yo digo: todos los que buscan la verdad, merecen la verdad. Todo ser humano merece una respuesta clara ala pregunta: ¿qué puedo hacer para salvarme?
Los evangélicos no se preocupaban por la doctrina verdadera, lo único que les preocupara era la relación hombre-Dios.
Yo tenía una gran ignorancia, nunca había oído nada de la historia de la Iglesia, entonces era una misionera ignorante. Hasta que un día leyendo e investigando me di cuenta de que el mensaje de la salvación me parecía sospechosamente católico.
Con gran temor compre el Catecismo de la Iglesia Católica y allí encontré todas y cada una de las respuestas a mis preguntas, y éstas fueron contestadas de una forma perfecta pero sobre todo bella.
Es así como el 15 de abril recibía a mi salvador en la comunión por primera vez, 30 años después de abrirle la puertecita de mi corazón. Y supe que nosotros los católicos tenemos la verdad y la respuesta a la pregunta más importante del mundo, si queremos vivirlo tenemos que compartirlo.
Una Nueva Apologetica - Martin Zavala | ||
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