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Por: Dante A. Urbina
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En la contraportada de mi ya consolidado libro ¿Dios existe?: El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer (1) se lee lo siguiente: “Un amplio y profundo análisis que echa por tierra las falacias y sinrazones de incluso el más refinado e intelectualizado ateísmo refutando detallada y contundentemente a sus principales referentes (Stephen Hawking, Richard Dawkins, Graham Oppy, Jeffrey Jay Lowder, Bertrand Russell, Sebastián Faure, Immanuel Kant, David Hume, etc.)”. Alguno podrá pensar: “Interesante, pero… ¡hey, un momento! ¿Cómo está eso de que se incluye a Kant entre los principales referentes del ateísmo?, ¿acaso él no era creyente?”.
Pasemos a aclarar esto con detalle. En primer lugar, he de señalar que suelo ser muy cuidadoso con las palabras. De este modo, si se lee correctamente, en ningún momento digo que Kant era ateo sino solo que es uno de los principales referentes del ateísmo. Estoy perfectamente al tanto de que Kant era creyente y específicamente un creyente cristiano protestante con muy fuerte influencia del luteranismo y el pietismo en su pensamiento, al punto que se han realizado investigaciones enteras al respecto (2).
¿Pero cómo puede un creyente ser un “referente del ateísmo”? He aquí la clave para “desentrañar el misterio”: que ser creyente no es lo mismo que ser teísta. Ser creyente simplemente implica que uno cree en Dios, no que defienda que esa creencia es filosóficamente lo más racional. El teísmo, en cambio, no es fundamentalmente una postura existencial o religiosa sino una postura filosófica y se define por sostener que la creencia en la existencia de Dios puede probarse racionalmente y constituye la cosmovisión más racional. Entendido eso, tenemos que Kant no era solo un creyente no-teísta sino un creyente anti-teísta. En efecto, quien conozca de filosofía sabe bien que el proyecto fundamental de Kant en su obra capital, Crítica de la Razón Pura (1781), fue demostrar que la razón no podía conocer más allá del mundo fenoménico o empírico y, por tanto, no podía establecerse racionalmente la existencia de Dios (en su subsiguiente obra, Crítica de la Razón Práctica, toma a la existencia de Dios como algo que se debe asumir, no como algo que se pueda probar, para fines de construir su sistema ético). Esto llevó a Kant, por supuesto, a ponerse en el plan de refutar los argumentos filosóficos sobre la existencia de Dios. Y esto no es interpretación antojadiza mía sino que es el propio Kant quien dice que es menester desbaratar la filosofía teísta (“el saber”) “para dar espacio a la fe” (3).
Así, Kant pasa a realizar un ataque frontal a los principales argumentos filosóficos teístas disponibles en su tiempo: el cosmológico (segunda vía tomista), el de la contingencia (tercera vía tomista) y el ontológico (de San Anselmo y Descartes). En lo que respecta sus críticas a los argumentos tomistas ya lo he refutado directamente en mi referido libro (4). Pero aquí el hecho relevante es que Kant es un encarnizado crítico de los argumentos teístas. De este modo, sin ser ateo, se convierte con toda razón en un “referente del ateísmo” (que es específicamente lo que he dicho, nada más ni nada menos). ¿Demostración de ello? Que numerosos ateos lo citan a la hora de criticar los argumentos teístas. De hecho, es conocido el cliché ateo de que “A Santo Tomás de Aquino ya lo refutó Kant” (cosa demostrablemente falsa, como ya mencioné).
Para que no queden dudas de la posición de Kant como importante referente del ateísmo en la historia de la filosofía, citemos el caso de Arthur Schopenhauer. Él fue uno de los más relevantes filósofos alemanes del siglo XIX y, planteando a su filosofía como llevar al pensamiento kantiano hasta sus últimas consecuencias, llegó a que estas consecuencias eran ateas (o, como mínimo, anti-teístas). De esta forma, el ateo Schopenhauer nos dice rotundamente que: “La crítica de Kant (…) constituye el más formidable ataque contra el teísmo” (5). Y esta no es una frase aislada: Schopenhauer constantemente utiliza a Kant para atacar el teísmo (sea en la tradición escolástica con Santo Tomás o idealista con Hegel). Cualquiera puede comprobarlo en sus obras. Y es que Schopenhauer, con su muy duro estilo, no deja lugar a dudas. Por ejemplo, dice: “Kant apareció, escribió la Crítica de la Razón Pura (…), y el resultado de la misma fue que todas las pruebas que en el curso de los siglos cristianos se habían forjado sobre la existencia de Dios, que se reducen a tres, no llenan ya su objeto, y se ha demostrado la imposibilidad de tales pruebas, y con ella, la imposibilidad de toda especulación teológica. (…) La prueba de la existencia de Dios ha quedado sin crédito y en desuso” (6). Frente a esas palabras uno puede perfectamente discrepar (como es mi caso) respecto de si Kant en verdad dio “muerte al teísmo”, ¡pero ya no se puede negar que sí ha sido (y continúa siendo) un referente del ateísmo!
Pero tal vez alguien objetará: “Hey, pero Santo Tomás de Aquino también criticó un argumento teísta (el ontológico de San Anselmo) ¡y no por eso decimos que es un referente del ateísmo!”. Sin embargo, no existe ninguna paridad en tal comparación. El objeto primordial de Santo Tomás de Aquino en la primera parte de la Suma Teológica es fundamentar sólidamente el teísmo, de modo que justo después de criticar el argumento ontológico de San Anselmo pasa a plantear y defender sus propios argumentos teístas, las famosas cinco vías (7). En cambio, Kant tiene como proyecto derribar todo argumento teísta. ¿Se puede decir acaso que ambas situaciones son comparables? Adicionalmente, el ser o no un “referente del ateísmo” es primordialmente una cuestión de orden empírico. Entonces, ¿cuántas veces se ha visto a un ateo citando a Santo Tomás de Aquino como aliado para sus críticas al teísmo? Al menos yo no he visto ninguno (aunque siempre puede haber una que otra rara excepción). Ahora, ¿cuántas veces se ha visto a un ateo citando a Kant como aliado para sus críticas al teísmo? Pues yo le he visto, como mínimo, decenas de veces en libros, artículos especializados y conferencias de filosofía. Por supuesto, para alguien que solo conozca el ateísmo a través de discusiones en redes sociales las menciones a Kant no serán algo común pero ello no porque este no sea un referente filosófico del ateísmo sino porque el nivel intelectual que suele haber en esos espacios es desesperantemente bajo… y curiosamente allí es donde se creen más “sabios”.
Queda, pues, suficientemente justificado el considerar a Kant como un “referente del ateísmo”. Quien conozca bien la historia de la filosofía no debería sorprenderse de esto. Pero vale hacer la aclaración para quienes no están tan al tanto de ello.
Referencias:
1. Dante A. Urbina, ¿Dios existe?: El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer, Ed. CreateSpace, Charleston, 2016. (https://danteaurbina.com/dios-existe-el-libro-que-todo-creyente-debera-y-todo-ateo-temera-leer/)
2. Véase, por ejemplo: Guillermo Navarro, La Influencia del Protestantismo en Kant, Trabajo de Fin de Grado, Universidad de Navarra – Facultad de Filosofía y Letras, Pamplona, 2015.
3. Immanuel Kant, Crítica a la Razón Pura, Ed. Taurus, 1993, p. 20.
4. Dante A. Urbina, ¿Dios existe?: El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer, Ed. CreateSpace, Charleston, 2016, pp. 70-73, 95-96, 110-113.
5. Arthur Schopenhauer, La Cuádruple Raíz del Principio de Razón Suficiente, Frankfurt, 1847, n. 34.
6. Arthur Schopenhauer, La Cuádruple Raíz del Principio de Razón Suficiente, op. cit., n. 34.
7. Véase: Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Ia, q. 2, art. 3, rpta.
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