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Este libro es muy leído pero no del todo entendido, debido, principalmente, a que el género literario en el que fue escrito está cargado de lenguaje simbólico.
La multiplicidad de imágenes empleadas, su originalidad –muchas veces desconcertante–, el despliegue siempre imprevisible de la imaginación del autor, las visiones y escenas inauditas, hacen que el lector primerizo se pierda en este laberinto de símbolos, con el peligro de deformar la misma palabra de Dios.
Cuando se habla del Apocalipsis, enseguida se piensa en catástrofes, espantos, fuerzas terribles desatadas –sean éstas de origen natural o humano–, como son los cataclismos o las explosiones nucleares. Estos fenómenos se consideran como signos que anuncian el fin del mundo.
Quien desee interpretar seriamente este libro tendrá que tomar en cuenta el contexto en el que fue escrito. Su autor, san Juan, hace uso de gran variedad de imágenes y símbolos bíblicos, que los cristianos de su tiempo sabían interpretar correctamente, según la situación histórica que estaban viviendo. Él no pretendió escribir una crónica futurista de lo que iba a pasar en el s. XXI, a la manera de Nostra Damus, por tanto, es equivocado interpretar sus palabras como si fueran parte de un reportaje amarillista del periódico o de la T.V.
San Juan fue inspirado por el Espíritu Santo para dar un mensaje de consuelo y fortaleza a los cristianos de su tiempo, que vivían bajo graves peligros y persecuciones. El libro se redactó durante el imperio de Domiciano en el año 95 d.C. Sin embargo, se piensa que algunas partes ya estaban redactadas desde tiempos de Nerón, poco antes del año 70 d.C.
En su escrito el autor refleja la preocupación por los problemas que los cristianos afrontaban al vivir en el corazón de un imperio idólatra. Los romanos consideraban al Emperador como un dios, por eso, los cristianos que no adoraban al emperador eran condenados a muerte. Como la situación era difícil y peligrosa los cristianos empezaron a comunicarse mediante claves, que sólo ellos podían entender.
Así, tenemos una controvertida cita: «¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666» (cf. Ap 13, 18), que trataremos de entender en su justo sentido.
Juan se encontraba preso por los romanos en el momento de escribir su libro (cf. Ap. 1, 9). Su vida corría peligro, por lo que decide advertir a los cristianos de una manera velada sobre los peligros que les esperaban; no todos habían de entender su mensaje, precisamente, para evitar que los soldados del imperio pudieran tomar represalias contra él. Si Juan dice que el número 666 es la cifra de una persona y que el inteligente debe calcularla, es porque el nombre de alguna persona conocida de entre los lectores de la época, escrito en hebreo, daba esa suma (pues las letras en hebreo tenían un valor numérico).
San Juan escribió el Apocalipsis en griego pero estaba escribiendo a judíos convertidos al cristianismo que, claro está, conocían el hebreo. Ellos sabían que la cifra 666 se refería al nombre de Nerón César, pues el hebreo antiguo, en vez de cifras numéricas, daba un valor numérico a cada letra y carecía de vocales.
Este 666 es resultado de un procedimiento llamado gematría. Aunque el Apocalipsis está escrito originalmente en griego, la cifra presentada es según la nume-ración hebrea (que se escribe de derecha a izquierda y sin vocales). El valor de la fórmula «Nerón Emperador» (QeSaR NeRWN), con las letras indicadas sin vocales (QSRNRWN) es el siguiente: (Q) Qof = 100 + (S) Samek = 60 + (R) Resh = 200 + (N)Nun = 50 + (R)Resh = 200 +(W)Waw = 6 +(N)Nun = 50 ; Total = 666. Las letras que corresponden al hebreo equivalen, en efecto, a la cifra 666.
El autor, como se ve, invita a calcular esta cifra, que no se refiere a algo que sucedería en el futuro y que entonces no se conocía. Al contrario, el sentido de aquel número se podía deducir con un poco de inteligencia en tiempos del autor.
En el citado capítulo 13 del Apocalipsis, Juan habla de dos bestias que se van a oponer a Cristo en los últimos días. Una representa el imperio del mal y la otra es el emperador en turno.
Para los cristianos de aquellos tiempos quedaba claro que la primera bestia se refería al Imperio Romano que tanto les perseguía, y la segunda al emperador Nerón, que echó a los cristianos la culpa de todos los males del imperio.
La numerología ha querido atribuirse el derecho de descubrir el significado del número de la Bestia y del Anticristo. La llamada numerología es una antigua pseudociencia esotérica cuyas raíces milenarias se extienden a Caldea, Egipto, Grecia, China e India. Se basa en el estudio de los números, de su simbolismo y significado oculto. Al decodificar las letras del alfabeto con números y aplicarlo a los nombres de las personas, esta práctica pretende explicar la personalidad, la naturaleza, las cualidades y carencias del interesado. Para arroparla con un carácter matemático, presenta a Pitágoras como su precursor, quien afirmó que el número es la esencia del universo y estableció un vínculo de armonía cósmica entre los números, los elementos, los planetas y las notas musicales.
Así, tanto la Bestia del Apocalipsis como el Anticristo han sido asociados a personas, movimientos e ideologías. Por ejemplo, se considera Anticristo a Hitler, a cuantos cismáticos y herejes han existido, incluso a algunos papas o presidentes.
Todas estas atribuciones resultan fantasiosas. Algunos más llegan a la exageración viendo este número en todas partes: en el código de barras, en los años, en la credencial de identificación, en los boletos, etc., sintiéndose acosados por el mal.
En realidad el Anticristo es aquél que está en contra de Cristo. La cultura de la muerte está obligando a los cristianos de hoy a adorar a los ídolos de nuestro tiempo: sexo, poder, dinero, alcohol, drogas, consumismo, materialismo, hedonismo, etc., que se oponen a los planes salvíficos de Dios. Ya estamos advertidos, ser idólatras es ir en dirección a la muerte.
Cabe señalar que en la Biblia encontramos una diversidad de números simbólicos (el 40, 7, 3, 12, etc). Pero ninguno es considerado con contenido adivinatorio o enigmático, su sentido es teológico, es decir, quieren expresar un valor con respecto a las enseñanzas bíblicas del pueblo de Israel que ahora se proyectan en el Nuevo Pueblo de Dios que es la Iglesia. Los partidarios de la numerología deben comprender que el destino del hombre no puede estar supeditado a operaciones aritméticas porque posee libertad y voluntad para cambiar el destino.
Hoy más que nunca el cristiano debe actuar con fidelidad, esperanza y convicción para combatir y estar firme en la fe en el único Dios verdadero (cf. Dt 6, 4-9). Toda interpretación satánica, sectaria y milenarista de la Escritura queda desplazada cuando los cristianos nos disponemos a conocer y amar nuestra fe.
«En el anuncio de la palabra de Dios, hay que tener confianza para moverse libremente. Que no haya nada que nos sujete o condicione. Nunca transijamos con intereses particulares, sino únicamente con los de Cristo» (Czos. I, 1041).
Por P. Donato Ramírez,
Es urgente seguir creciendo en la fe y algo que te puede ayudar son los libros:
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Si eres católico, no olvides que como cristianos que somos, debemos de buscar como renovar nuestra vida en Cristo(Jn 15,1-7) e impulsar nuestro apostolado para traer a mucha gente a los pies de Jesucristo(Mt 28,18-20) y no dejar esa labor a las sectas o iglesias protestantes que no poseen la plenitud de los medios de salvación.
Si eres evangélico, mormón o testigo de Jehová te invito a que conozcas en serio lo que es la fe cristiana(Ef 4,13), la BIblia(2 Tes 2,15) y la Iglesia de Cristo(Ef 5,25). Estudia la historia del cristianismo y ora para que Dios siga actuando en tu vida. Dios te ama y espera en el redil de plenitud que ha dejado: La Iglesia católica(Mt 16,18).
Yo simplemente deseo cumplir la voluntad de Dios en plenitud.(Mt 7,21-23) ¿Y usted...?
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