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En apoyo de la tesis del cardenal Kasper, la revista con el imprimatur papal desempolva una concesión hecha por el Concilio de Trento a los católicos de las islas griegas bajo dominio veneciano, algunos de los cuales volvían a casarse con el rito ortodoxo.

 

ROMA, 4 de octubre de 2014 – "La Civiltà Cattolica" ha esperado la vigilia del sínodo para romper el silencio que había mantenido hasta aquí sobre la cuestión más controvertida: la admisión o no de las segundas nupcias luego de un matrimonio fallido.

Y ha ingresado al campo abrazando a pleno la causa de los innovadores, con el cardenal Walter Kasper a la cabeza, citado desde las primeras líneas como faro de referencia.

 

 

"La Civiltà Cattolica" no es una revista cualquiera. Escrita exclusivamente por jesuitas, sus pruebas de galera pasan por el tamiz de las autoridades vaticanas, antes de su publicación. Entre el papa Francisco y el actual director de la revista, el padre Antonio Spadaro – ahora convertido en el príncipe de sus entrevistadores e intérpretes – hay un vínculo muy estrecho.

Para invocar desde el sínodo una "apertura" a las segundas nupcias, "La Civiltà Cattolica" ha efectuado un movimiento sorpresivo. Ha desempolvado el Concilio de Trento, es decir, justamente el Concilio que más taxativamente que los otros reafirmó la unidad y la indisolubilidad del vínculo matrimonial.

Pero ese mismo Concilio – recuerda "La Civiltà Cattolica" – se abstuvo de condenar formalmente las segundas nupcias en uso en las Iglesias orientales, no sólo entre los fieles de rito ortodoxo, sino también – en algunas áreas de confesión mixta – entre los católicos en unión con Roma.

 

Para inducir a los padres del Concilio de Trento a este gesto definido por la revista como "ecumenismo" ante litteram se presentó el caso de los católicos que vivían en las islas griegas de la República de Venecia y que frecuentaban, con el permiso de sus obispos latinos, las iglesias y las ceremonias ortodoxas. Los embajadores venecianos enviaron al Concilio el pedido de permitir a estos católicos que pudieran mantener sus "ritos", incluida la posibilidad de contraer segundas nupcias en caso de adulterio del cónyuge.

Luego de una animada discusión, los padres conciliares aprobaron el pedido con 97 votos contra 80 y reformularon el canon que reafirmaba la indisolubilidad del matrimonio, evitando toda condena directa de la praxis oriental de las segundas nupcias.

 

El autor del artículo, el padre Giancarlo Pani, profesor de Historia del cristianismo en la Universidad "La Sapienza", de Roma, reconstruye el debate que tuvo lugar en el Concilio de Trento con gran detalle y con todas las referencias a los pasajes evangélicos y a los Padres de la Iglesia hechas por los obispos y cardenales que intervenían en el Concilio.

 

Pero cuando llega a esbozar, por sí, la praxis de la Iglesia indivisible de los primeros siglos, el padre Pani se entrega de lleno a la reconstrucción hecha por Giovanni Cereti en el libro "Divorzio, nuove nozze e penitenza nella Chiesa primitiva", publicado en 1977 y que ha sido también la principal, si no única, fuente de referencia utilizada por el cardenal Kasper en su exposición en el consistorio de febrero del 2014 –, ignorando totalmente los estudios posteriores, por obra de ilustres patrólogos como Henri Crouzel y Gilles Pelland, jesuitas ellos también, que literalmente lo han hecho pedazos.

 

La tesis que se trasluce de este artículo de "La Civiltà Cattolica" es que en Trento se efectuó un gesto de "misericordia evangélica" que el sínodo que está por iniciarse debería retomar y reforzar, para beneficio de "esos cristianos que viven sufriendo una relación conyugal fallida".

 

En realidad, en Trento no hubo ningún comienzo de "apertura" a las segundas nupcias, sino que simplemente se decidió no entrar en conflicto directo sobre este punto con las Iglesias ortodoxas, con una prudencia que hubo también en los siglos anteriores y que se mantuvo también después.

 

Un caso excepcional como el de las islas griegas de la República de Venecia se extinguió con la pérdida de esas islas por obra del imperio otomano. Y no se repitió más ni siquiera en las comunidades que pasaron de la ortodoxia a la unión con la Iglesia de Roma, en las que se pedía previamente una profesión de fe con la imposibilidad expresamente indicada de un segundo matrimonio.

por Sandro Magister para Chiesa

 

P.D. Del editor

"Al parecer algunos ya olvidaron lo que hemos creído por siglo y están buscando salidas comodas y un catolicismo licuado que tano nos ha dicho el Papa Francisco".

 

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