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Por: P. Jordi Rivero


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Nos escriben:

 

Me parece hasta arbitrario la idea que uno tenga que ir a rezar y "acercarse al Señor" a través de construcciones hechas por personas, tales como templos, iglesias, etc., ya que el Señor está en nosotros, todos somos Dios, El representa la creación y nosotros somos parte de El.

 

Respuesta:

 

Estimada en Cristo:

 

Los cristianos creemos que en Cristo somos divinizados. Pero esto no significa que seamos Dios, sino que participamos en su divinidad. Es cierto que Dios habita en nosotros, pero para ello hemos de abrir el corazón y recibirlo. Por nuestra cuenta no somos nada.

 

Dios ha dispuesto, ya desde el Antiguo Testamento, darse a conocer para constituir un pueblo santo. Dios es Padre y busca la unidad de sus hijos bajo su amor y verdad. Dios ha querido formar una familia que se mantenga unida y que le adore unida. Pues bien, para esto tenían los israelitas la tienda del encuentro y después el Templo que Dios les mandó construir.

 

En la plenitud de los tiempos el Verbo se encarnó. Es cierto que Dios habita en toda la creación, pero quiso un encuentro con nosotros en su Hijo Jesucristo como hombre. El mismo Jesús manifestó su gran respeto a las sinagogas y al Templo. El mismo rezaba en ellas y con frecuencia en ellas enseñaba. El advirtió sobre la importancia de respetar la santidad del Templo por ser esta la casa de Dios.

 

En las iglesias se celebra la Santa Misa y los creyentes se reúnen para adorar y dar gracias a Dios. Jesús dijo a sus discípulos: "haced esto en recuerdo mío"  Lucas 22,19.  Los cristianos desde el principio comprendieron que debía ser una Iglesia unida en torno a los apóstoles para cumplir el mandato del Señor.  No sólo se reunían para celebrar la misa (partir el pan) sino que también acudían al Templo como todos los judíos.

 

Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Hechos 2,46

 

Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la hora nona. Hechos 3,1

 

Los cristianos fueron echados del Templo y más tarde este fue destruido en el año 70 AD. Pero continuaron reuniéndose a celebrar la Santa Misa y a compartir sus vidas. A medida que la comunidad cristiana crecía y hubo libertad de culto, se necesitaron iglesias mayores.

 

Jesús quiso quedarse con nosotros en la Eucaristía. En la Iglesia se guarda a Jesús Eucarístico en el tabernáculo para la adoración. Puedes rezar en todas partes, pero ninguna oración sustituye a la Santa Misa en la que nos unimos a Cristo con todos los hermanos para ser Iglesia. Aun fuera de la misa, el lugar privilegiado para la oración es ante el mismo Cristo presente en el sagrario.

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Richbell Meléndez. Laico católico dedicado a tiempo completo a la apologética al servicio de Dios y subdirector de la Escuela de Apologética Online DASM.

 

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